Imagina que, de pequeño, vas a casa de tus abuelos y te ves rodeado de algunas de las obras de arte más caras y famosas del mundo colgadas como si nada en la pared. Luego imagina que para ti eso no es nada del otro mundo porque, aparte de que compartes nombre y apellido con el pintor, en casa también tienes unos cuantos originales más. Así fue la singular infancia de Vincent Willem van Gogh, el sobrino bisnieto del artista. Willem (el nombre que prefiere utilizar) al final comprendió la fama de su predecesor, pero aun así pasó unos años de su vida y carrera tratando de encontrar su propio camino y de hacerse un nombre propio más allá de las coloridas sombras de van Gogh. Sin ningún interés por convertirse en especialista en el artista, Willem dirigió durante años una compañía de teatro y luego se hizo abogado. Fue el primero de su generación en entrar a formar parte de la Fundación Vincent van Gogh (creada por la familia junto con el Gobierno neerlandés) y ahí fue cuando se involucró