El deshielo en las relaciones
diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba ha abierto la caja de pandora de la
economía caribeña. Con la salida de la isla de la lista estadounidense de
países que apoyan el terrorismo, se prevé el relanzamiento de las relaciones
comerciales entre el «Imperio» y Cuba, aunque todavía continúe el embargo que
Washington impuso a La Habana en 1960. No obstante, desde diciembre, varios son
los guiños de países occidentales -como el apretón de manos entre Obama y Raúl
Castro o la visita de Hollande a Cuba- al régimen castrista con la idea de
sacar réditos empresariales al nuevo escenario.
Como el régimen comunista está
introduciendo progresivamente -y lentamente- reformas de apertura, empresarios
estadounidenses exploran en las últimas semanas nuevas oportunidades de
negocio, que van desde aerolíneas hasta bufetes de abogados, como apunta «Pew
Research Center» en un análisis sobre la coyuntura económica cubana.
Entretanto, dos de cada tres
norteamericanos se posicionan a favor de terminar con el embargo y así poder
reestablecer las relaciones anteriores a la llegada de Fidel Castro y los
suyos. Pero aunque el «bloqueo», como se le conoce en la retórica castrista,
desapareciera, los inversores no tienen claro qué país pueden encontrarse.
En su análisis de la economía
cubana, el think tank norteamericano subraya que pese al embargo, Estados
Unidos ha estado haciendo negocios en la isla. Según el Census Bureau, el año
pasado las exportaciones a Cuba alcanzaron la cifra de 273 millones de euros,
de los cuales 96% fueron alimentos como carne, maíz, pienso, etc. Estas ventas
están permitidas gracias a una ley de 2000 que modificaba el embargo, bajo la
cual Cuba puede comprar ciertos productos agrícolas, medicinas y material
médico pero pagando en efectivo.
La balanza comercial, que
arroja que Cuba importa mayoritariamente bienes y exporta servicios, sigue
dependiendo enormemente del petroestado de Venezuela: su principal socio
protagonizó con un 37% las importaciones cubanas en 2013, país al que le
siguieron China (12%) y España (9%).
Con una subida del 1,3% el
pasado año, según cálculos del World Factbook de la CIA, Cuba confirmó la
ralentización de su crecimiento, tras picos del 12% a mediados de la pasada
década. Y es que la bajada mundial del precio del crudo hizo que su ventaja, al
tener un precio «de amigo» por parte del régimen de Maduro, frente a otros
importadores netos de petróleo no fuera tal como en años anteriores.
En este escenario, las
encuestas que salen a la luz apuntan a un cada vez mayor hartazgo de los
cubanos con el modelo económico del país. Así lo indica «The Washington Post»
en un sondeo de marzo que arrojaba que el 79% de los cubanos estaba en contra
del sistema económico comunista de la isla.
Así y todo, los progresos en la
apertura de la economía se producen poco a poco y sin brusquedades. De hecho, a
pesar de que el sector privado y cooperativo haya pasado de representar apenas
el 5% del PIB en 1989 hasta el 25% actual, el Estado se mantiene omnipresente
como motor de la economía sea con inversiones procedentes del Gobierno o bien
con la contratación pública: en Cuba 3 de cada 4 trabajadores son funcionarios.
Comentarios
Publicar un comentario